Salvando el más profundo respeto debido a las religiones y a las Vías de realización espiritual universal, así como a sus adeptos, y salvando también el profundo respeto debido a los partidarios de una política euroasiática multipolar que promueve relaciones interculturales mutuamente enriquecedoras —dos grupos que, sin duda, contribuirán a que Occidente recupere un verdadero equilibrio en el futuro—, ¿cómo no admitir que una parte significativa de las poblaciones que tienen la suerte de vivir en sociedades aún tradicionales, practicando sinceramente una religión o que saltan o peregrinan por una Vía de realización espiritual universal, no tienen por ello asegurada la realización del despertar espiritual supremo, sea cual sea el nombre que se le dé?
¿Y no experimentan, por ello mismo, un sufrimiento adicional, cuando la existencia ya está suficientemente colmada de dolor?
En cuanto al imperativo político que representa la unificación de las poblaciones de una vasta área cultural, el medio por excelencia para alcanzarlo es, sin duda, de naturaleza espiritual.
Respecto a las condiciones que facilitan la culminación de toda Vía de realización espiritual universal, ¿no es primordial, fundamental, de interés universal, ofrecer lo mejor (la realización de la Verdad Absoluta) a lo peor (el ser humano totalmente incapaz de práctica espiritual), de la manera más sencilla (sin esfuerzo, de forma instantánea, sin posibilidad de perder lo adquirido)?
¿No es legítimo desear encontrar tales condiciones de realización espiritual, cualquiera sea nuestra área cultural de origen?
¡Pues bien, esa Vía fácil existe! Hoy se está difundiendo en Occidente y, sin duda, se difundirá aún mucho más ampliamente. Esta panacea no es otra que ¡la Verdadera Escuela de la Tierra Pura del Budismo! (5)
¡Que toda persona que practique una Vía de realización espiritual universal evalúe cuidadosamente la imperfección de su poder personal y las limitaciones derivadas de su uso!¡
Que todos los seres alcancen la Paz y la Felicidad! ¡ NAMO AMIDA BUTSU!
Révérend G. Bezençon