Otros tiempos, otras costumbres…

Desde hace algunos años, en un contexto político y un ambiente social tensos, la geopolítica —muy apreciada por numerosos comentaristas que se presentan como especialistas en los nuevos medios vinculados a Internet— ha sido, por así decirlo, elevada a la dignidad de conocimiento capaz de sondear los principios universales, como si fuese una panacea apta para tratar incluso el derrumbe de los valores en acción dentro de la civilización occidental hipermoderna y globalmente uniformizada.

En verdad, hoy como ayer y mañana, como siempre, porque su fundamento es intemporal, sólo las Vías de realización espiritual universal, ricas en transmisión de enseñanza metafísica y en influencia espiritual, pueden aspirar al conocimiento por excelencia: el conocimiento metafísico, supramundano, trascendente, que no se separa de la Realización de la Verdad Absoluta.

En cuanto a la geopolítica, al no alcanzar ni la cosmología ni la metafísica, ¿cómo podrían los geopolíticos acceder a los principios que permiten comprender verdaderamente el estado presente del cosmos: comprender esos reflejos más o menos nítidos de los cielos que son las culturas y tradiciones espirituales aún vivas, hasta llegar a esa sombra muy turbia que es la civilización occidental hipermoderna, globalmente uniformizada y desacralizada?

En este Occidente extremadamente desespiritualizado, el estado de sugestión casi hipnótica (un sueño despierto) en el que las poblaciones están inmersas ¡es verdaderamente extraordinario! En esta civilización verdaderamente única, las cuestiones primordiales, ineludibles, relacionadas con los fundamentos espirituales de toda sociedad, nunca se plantean, como si fuese de manera espontánea… revelando crudamente los efectos deletéreos del asalto contra la inteligencia verdadera: la espiritual, por todos los medios más sutiles (entre los cuales Internet es la punta de lanza) en manos de esos neo-animistas que son los «sectarios norteñizantes del poder influyente subyacente a un imperio total sobre la naturaleza», siendo actualmente los iniciadores y dirigentes del Foro Internacional de Davos, con sede en Suiza, sus devotos más estridentes, representantes por excelencia del movimiento social-internacionalista.

Sin embargo, algunos intelectuales, aunque visiblemente apasionados por la geopolítica, fundamentan su pensamiento en concepciones más profundas que las inherentes a esta disciplina: concepciones religiosas, iniciáticas, metafísicas. Es el caso de Aleksandr Dugin y del Sheikh Imran Hossein, entre otros, el primero vinculado a la Ortodoxia, el segundo al Islam sunnita.